Benito Mussolini creó en 1919 los “fasci di combattimento” (escuadras destinadas a
la represión del socialismo). En la medida en que crecía la conflictividad social
tomaron un rol más activo. Atacaban y perseguían a sindicalistas y a socialistas,
rompían las huelgas, impedían algunas publicaciones e intimidaban con sus
acciones violentas a los que pensaban diferente.
En 1921 fundó el Partido Nacional Fascista que recibió el apoyo de sectores
económicos pertenecientes a la burguesía industrial, el ejército y a una parte de los
partidos liberales. Este partido y su líder parecían ser garantía de orden y una
barrera al avance de las fuerzas obreras socialistas.
El año 1922 marcó el pico de conflictividad obrera en Italia y Mussolini
amenazó con llevar adelante “la marcha sobre Roma”. Los fascistas
reclamarían el poder si el gabinete liberal no lograba restablecer el orden. El
primer ministro Fasta intentó declarar el estado de sitio pero el rey Victor
Emanuel III se negó a firmarlo y el Gabinete renunció. Asumiendo toda la
responsabilidad, el rey le pidió a Mussolini que formara un gobierno el 30 de
octubre de 1922.
De esta manera la política fascista fue transformando progresivamente el
estado liberal en un estado totalitario. En 1925 Mussolini, llamado El Duce
(líder o conductor), recibió los títulos de jefe de gobierno, primer ministro y
secretario de Estado. Estableció, de esta manera, la acumulación y el control
de los poderes del Estado.
Gobernaba por decreto (sin consultar al Senado y a los Diputados) y
buscó establecer un régimen de carácter corporativo. En este sistema los
distintos sectores de la economía se agrupaban en asociaciones bajo el
control del Estado. De esta manera los sindicatos quedaron eliminados con la
creación de numerosas corporaciones que reunían a sus dirigentes. Así se
formaron las corporaciones de gas, de productos químicos y de luz, entre otros.
Las instituciones tradicionales seguían existiendo pero totalmente
vaciadas de contenido y de fuerza, sólo servían de soporte a las decisiones de
Mussolini.
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En Alemania
La nueva república alemana (luego de la guerra) tuvo que asumir la
derrota y aceptar las duras condiciones impuestas por los vencedores. La
situación de inestabilidad sumada a la crisis económica (agravada por los
efectos de la Crisis de 1929) fue sumiendo a la república en el caos y abriendo
el camino al nacionalsocialismo. En 1919 Drexler fundó el Partido
Nacionalsocialista de los trabajadores. En 1921, Adolf Hitler (uno de sus miembros), se
puso al frente del movimiento y lo reorganizó. Creó una estructura jerarquizada, adoptó una
serie de emblemas (como la cruz gamada), el saludo del brazo en alto y un fuerte sentimiento
anti judio. En 1923 intentó tomar el poder por la fuerza en Munich. A raíz de este accionar fue
condenado a cinco años de prisión que no llegó a cumplir. Durante este período escribió Mein
Kamp (Mi lucha) en el que exponía sus ideas y su proyecto político.
Entre los años 1924 y 1929 el partido de Hitler (Nazi) no desarrolló
una gran actividad ya que la breve recuperación económica le hizo perder terreno
en el campo político. Sin embargo, la difícil situación y las penurias económicas vividas por los alemanes, a raíz de la Crisis económica de 1929 en los Estados Unidos, le dio la oportunidad de aumentar su caudal de seguidores. Entre ellos se contaba a los sectores medios, a los campesinos, a los obreros desesperados por el desempleo, a los ex combatientes (decepcionados por la firma del Tratado de Versalles) y a importantes personalidades de la industria y de las finanzas (que lo veían como garantía de orden frente al avance del comunismo).
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En la URSS
" El Tirano Rojo "
El estalinismo: una dictadura totalitaria
Stalin no hubiera podido nunca llevar a la práctica un
programa económico con tan terribles costes sociales sin mantener un control
férreo de la sociedad y el estado soviético.
Desde un principio, su política se basó en la aplicación del
terror generalizado contra todos sus reales o supuestos enemigos. Los
“trostkistas”, los campesinos contrarios a la colectivización, los partidarios
de la NEP, en fin, cualquier persona “socialmente peligrosa” fue perseguida de
forma sistemática.
Una característica específica del estalinismo es la
importancia de la represión dentro del propio partido comunista. El partido se
convirtió en un instrumento absolutamente dócil a la voluntad del dictador
mediante una serie de “purgas” que acabaron con cualquier tipo de oposición al
líder.
¿Por qué tuvieron lugar esas oleadas de terror arbitrario
sobre el propio partido comunista? El poder en la URSS residía en el partido
comunista y este partido estaba organizado jerárquica y verticalmente. Al
frente estaba el Comité Central, subordinado al Politburó (oficina política),
que, a su vez, estaba bajo la autoridad absoluta del Secretario General,
Stalin. Manteniendo el terror sobre la organización del partido, Stalin
consiguió centralizar completamente el poder en sus manos.
Las “grandes purgas”, también conocidas como los procesos de
Moscú, se iniciaron en 1934, tras el asesinato de Sergei Kirov, jefe del
partido en Leningrado (San Petersburgo) y uno de los hombres de confianza de
Stalin. En los años siguientes una ola de terror barrió la URSS. El mundo
asistió atónito al espectáculo de una serie de juicios-farsa en la que muchos
viejos dirigentes bolcheviques confesaban los peores crímenes contrarrevolucionarios.
Tras ser drogados, torturados e intimidados, los miembros de la “vieja guardia
bolchevique” confesaban que llevaban años conspirando contra la revolución.
Los datos son expresivos. En 1939, el 70 por ciento de los
miembros del Comité Central del partido en 1934 habían sido purgados. Entre los
oficiales de las fuerzas armadas, el 90 por ciento de los generales fueron
ejecutados o deportados a campos del Gulag. Para asentar su poder, Stalin
destruyó una gran parte de la dirección del partido, de la administración civil
y del ejército, debilitando de forma importante al país.
Las purgas tuvieron su colofón en el asesinato de Trotsky en
México en 1940 a manos de un agente de la NKVD, el español Ramón Mercader.
Pocos años antes, durante la guerra civil española, la persecución estalinista
había llevado a la “desaparición” de Andreu Nin, líder del POUM, partido donde
se agruparon los seguidores de Trotsky en nuestro país.
La represión no afectó sólo a los miembros del partido. La
sociedad soviética en su conjunto sufrió las consecuencias de la dictadura. El
año 1937 se convirtió en un siniestro símbolo del sistema de terror
estalinista. En la memoria de muchos soviéticos el “Treinta y Siete” sobresalió
por la magnitud de la represión. En la “purga” de 1937-1938, más de un millón
setecientas mil personas fueron arrestadas por acusaciones de índole política.
El número de personas “purgadas” de sus cargos superó los dos millones. Se
calcula que más de 700.000 soviéticos fueron ejecutados.
Como consecuencia lógica de la concentración de poder en
manos de Stalin, en la URSS se instituyó un verdadero “culto a la personalidad”
del líder. La figura de Stalin fue sometida a una continua adulación, a una
verdadera adoración, en todos los estamentos de la sociedad soviética
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